domingo, 2 de diciembre de 2012



Un rastrillo solidario para ayudar a niños con cáncer

La navidad está llegando y es tiempo de empezar a pensar en qué comprar. Las tiendas anuncian ofertas, productos, regalos perfectos, pero si el comprador quiere ir más allá y ayudar a alguien con su adquisición navideña puede optar, en lugar de las tiendas tradicionales, por un rastrillo solidario cuyo objetivo es ayudar a niños con cáncer. Desde mañana hasta el día nueve de diciembre, la casa de Cantabria (Pío Baroja, 10) acoge un mercadillo de ropa, juguetes, cosmética, vinos, complementos, incluso joyas, cuyos fondos serán destinados a sufragar las actividades de la Fundación Blas Méndez Ponce en beneficio de los pacientes de oncología pediátrica y sus familias.
“Esta es la tercera edición del rastrillo en la Casa de Cantabria. Esperamos que venga mucha gente porque todo lo que saquemos lo dedicaremos a las actividades de ocio para los niños enfermos de cáncer, que es a lo que se dedica la fundación”, explica Lola Díez. Con ese dinero irán al zoo, al cine, al parque de atracciones y también harán viajes, algunos en familia y otros no. Eso sí, siempre acompañados por sus médicos, enfermeras y monitores de ocio, además de un par de miembros de la fundación. “Para un niño sano este tipo de actividades son de lo más normal, pero para los enfermos es el único ocio que conocen. Para ellos esto es mágico", asegura Díez.
Díez lleva años colaborando con la Fundación Blas Méndez Ponce y es una de las coordinadoras del rastrillo. Contacta a las empresas que donan productos e intenta que sean lo más variado posible. Luego las venden en su mercado solidario con una rebaja de entre el 50 y 70%. Más de 25 empresas han colaborado este año con el proyecto.
“El rastrillo es, además, un punto de encuentro. Vienen las familias y a veces los niños. Muchos que ya han superado el tratamiento quedan en este mercadillo para verse. Es un evento muy especial”, dice la organizadora que insiste en que lo único que pretenden es que los niños sigan haciendo cosas propias de su edad. “Al fin y al cabo, son eso: niños”.

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