domingo, 27 de enero de 2013

 GAFAS INTELIGENTES

En febrero del año pasado empezaron a correr los primeros rumores de que Google estaba trabajando en unas gafas basadas en Realidad Aumentada. Una nueva clase de dispositivo electrónico destinada a colocar, de forma instantánea, cualquier clase de información directamente frente a los ojos de los usuarios. Apenas un par de meses después, el coloso de Mountain View presentaba en un vídeo su nuevo «Project Glass». Y algo se removió en las entrañas de los mayores fabricantes de electrónica del planeta.
En el vídeo de Google, el usuario de las gafas milagrosas estaba permanentemente conectado a internet. Sobre una pequeña pantalla, o sobre las mismísimas lentes, se podían mostrar mapas, agendas, rutas, imágenes... Bastaba con mirar al cielo para que aparecieran los datos meteorológicos, o a un edificio para saber si en su interior se ocultaba el restaurante que estábamos buscando, o la exposición de moda, o la tienda de electrónica de nuestros sueños...
Gafas inteligentes: futuro a golpe de vistaDesde entonces, Google ha llegado incluso a mostrar algún prototipo, aunque dejando bien claro que el proyecto está aún en fase de desarrollo y que por delante hay aún un número no despreciable de dificultades.
Entre ellas, por ejemplo, está la cuestión del interfaz. O dicho de otro modo, la forma en que los usuarios darán a las gafas las instrucciones oportunas para que hagan en cada momento lo que queremos que hagan.
La cuestión no es banal. En efecto, y a diferencia de un ordenador o un móvil, las gafas no disponen de un teclado en el que escribir nuestras peticiones. ¿Cómo comunicarse entonces de una forma sencilla con el nuevo dispositivo? Se sabe que el gigante de internet está ensayando varias formas de hacerlo, desde la voz a un ingenioso sistema basado en un rayo láser y gracias al cual el propio usuario puede proyectar un teclado virtual sobre su antebrazo o sobre el dorso de su mano.
La idea cuenta con su correspondiente patente aunque, por supuesto, eso no garantiza en absoluto que al final sea esa la idea que llegue a convertirse en realidad. En ese sentido, basta ver qué es lo que están haciendo algunos de sus más feroces competidores. Apple, Sony, Olympus o Microsoft son solo algunos ejemplos. Todos ellos han patentado, o incluso llegado a fabricar, su propio modelo de «gafas inteligentes», aunque, eso sí, cada una con sus propias características.
Por ejemplo, las futuras «iGlass» de Apple (si es que llegan a llamarse así), están más pensadas para que el usuario se sumerja, literalmente, en las imágenes que aparecen en pantalla que para interactuar con el entorno, como las de Google. Las de Sony, aún más futuristas si cabe, permitirían que dos usuarios diferentes compartieran información con sólo cruzar sus miradas.

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