Una infección bacteriana impide que los mosquitos contagien la malaria

Zhiyong Xi, de la Universidad de Michigan, ha inoculado una bacteriaWolbachia, que actúa contra el plasmodio, a los mosquitos (en este caso, Anopheles stephensi, responsable de la mayor parte de los casos de la enfermedad en el sureste asiático). Pero, sobre todo, -y este es el avance-, han conseguido que la bacteria siga presente durante al menos ocho generaciones. Esto es fundamental ya que, si no, habría que estar liberando mosquitos modificados continuamente, mientras que así esta resistencia al plasmodio se reproduce sola.
El artículo que publica Science va en la línea del cambio de método que ha impulsado la comunidad científica en el tratamiento de la malaria. “Antes, los esfuerzos se centraban en matar al mosquito. Ahora sabemos que es más efectivo manipularlo para que no pueda transmitir el parásito que causa la enfermedad”, afirma Dyanne Wirth, directora del Instituto de Malaria de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), que está en Barcelona en unas jornadas sobre la enfermedad. Wirth defiende que se necesitan “nuevas ideas” porque, casi 60 años después de la primera campaña de erradicación mundial de la enfermedad, “ya habríamos acabado con ella si las viejas ideas funcionaran”. Como en todas las enfermedades, la erradicación es el objetivo, pero no es fácil. “No estamos cerca de la erradicación”, reconoce Marcel Tanner, director del Instituto Suizo de Salud Pública y Tropical. Sin embargo, la erradicación está ahora en el centro del trabajo de expertos y gobiernos. La malaria sigue siendo endémica en 99 países donde vive aproximadamente la mitad de la población mundial, pero en los últimos 10 años se ha producido un “descenso dramático” en el número de casos, relata Wirth. Eso, y el impulso realizado desde la fundación filantrópica dirigida por Bill y Melinda Gates, ha llevado a los científicos a adoptar la erradicación como el principal objetivo de su trabajo. “Hasta el año 2007, la erradicación era una utopía, una palabra proscrita”, reconoce Quique Bassat, investigador del CRESIB, el centro de investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Fueron los Gates, argumentan los tres expertos consultados, los que propiciaron el cambio de paradigma al declarar en noviembre de ese año que no era aceptable nada que no fuera erradicar la malaria en todo el mundo.
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